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Llaryora congela su proyecto nacional después de perder el primer round con Milei
Martín Llaryora está atrapado en el peor de los mundos: el 90% de los cordobeses sufre el ajuste de Javier Milei, la mitad del recorte es sobre comida, educación y salud, tres demandas que deberá atender el Estado provincial; y el 86% considera que al ajuste no lo hace la casta, sino la clase media y los trabajadores. Sin embargo, el 57% tiene esperanza en que el libertario estabilice la economía y la imagen positiva del libertario es de 55%, con un diferencial de 15 puntos.
Llaryora, por su parte, conoció por primera vez la lona: una encuesta reservada a la que accedió LPO le da 48% de imagen negativa, dos puntos por encima de la aprobación, y el mismo porcentaje desaprueba la gestión, sobre 45% que la aprueba. Al mismo tiempo, su socio Daniel Passerini, intendente de la ciudad de Córdoba, sufrió un aumento de 5 puntos de la imagen negativa, aunque por ahora está mejor que Llaryora, pero con una valoración negativa de su gestión, que pasó de 33% a 41% entre enero y abril.
Es más: los libertarios corren por derecha a Llaryora. Mientras el gobernador hace de la defensa de la educación pública, del apoyo a los grandes eventos que movilizan el turismo y de la obra pública sus banderas, Gabriel Bornoroni, el jefe de LLA en Diputados, se pavonea por los medios reclamándole que “copie un poco” a Milei y recorte los gastos, pese a que el gobernador achicó salarios a sus funcionarios y limó la paritaria con subas que representan la mitad de la inflación.
El proyecto nacional de Llaryora está en pausa: el cordobés dejó de visitar Buenos Aires y volvió a su plan original: recorrer la totalidad de las localidades de Córdoba, más de 400, y llevar una obra a cada pueblo. Es un plan de cabotaje que le permitió al peronismo cordobés afianzar su poder durante un cuarto de siglo.
Escracharon en Córdoba a un diputado de Schiaretti que apoyó la Ley Bases
Su plan de escape parece ser el “partido de centro” que intenta construir con Maximiliano Pullaro y Rogelio Frigerio. Sin embargo, los gobernadores mesopotámicos aún no le tienen confianza al mediterráneo. Ese es el comentario en el bloque de Hacemos Coalición Federal, donde confluyen ese entramado con los socialistas santafesinos asociados a Pullaro, los cordobesistas de Llaryora y Schiaretti y la pata PRO aliada al entrerriano.
En otras palabras: aunque hay coordinación en la gestión y consultas permanentes en la política entre los tres gobernadores, los litoraleños temen que el cordobés juegue en algún momento al achique para intentar quedarse con el liderazgo de la región. “Ambición no le falta, lo demostró en el verano”, durante el primer y fallido tratamiento de la ley “bases”.
El libertario Gabriel Bornoroni.
Pero el centro no deja de ser un proyecto de construcción, un no lugar, una cooperativa insondable que carece de liderazgo. Juan Schiaretti volvió a asomar la cabeza y está activo, con agenda propia. Llaryora lo imagina liderando la boleta de Diputados en 2025, algo que el ex gobernador -el dirigente de Córdoba con mejor imagen en la provincia- prefiere esquivar, “salvo que haya un objetivo mayor”, aclaran en su entorno. Si el ex gobernador hace la cuenta que para ser candidato en 2027 debe ganar el 2025, Llaryora deberá conformarse con intentar repetir la Gobernación.
Un ministro de Llaryora pide calma: recuerda los dos primeros años en la Municipalidad de Córdoba, cuando parecía que el peronismo iba hacia el naufragio. “Martín hace siempre lo mismo, porque es metódico: primero, las cuentas y el reordenamiento del Estado; luego, la transformación. La política llega sola”.
En el llaryorismo le prenden velas a dos factores exógenos: las limitaciones técnicas y políticas del plan de Milei y que Luis Juez y Rodrigo de Loredo vuelvan a licuarse en un lucha intestina: el primero se mantiene con 48% de rechazo; mientras que el radical es refractario al 35%, con un diferencial positivo de 5 puntos. Un tema de egos.
Esta nota fue publicada en el portal LaPolíticaOnline. Leer más