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Campero, el nuevo hombre fuerte del radicalismo tucumano
El radicalismo tucumano entró en una crisis severa luego de la derrota electoral del año pasado. El partido, que supo ser la cabeza de la oposición en la provincia más poblada del norte argentina, atraviesa fisuras internas que se suman a la implosión de Juntos.
El 2023 fue un año de derrotas electorales consecutivas para los radicales tucumanos que dejaron la moral por el piso en el partido centenario. La dirigencia reconoce que las peleas internas y la injerencia del gobernador peronista Osvaldo Jaldo, dinamitaron las relaciones entre los grupos más importantes. Hay dos grandes preguntas que dominan entre los radicales tucumanos: dónde están parados y quién los lidera.
En este último caso, quien parece picar en punta es el diputado nacional Mariano Campero, ex intendente de Yerba Buena, el municipio más rico de la provincia.
Campero es de los radicales que se sienten cómodos apoyando el plan ultra liberal del presidente Milei, lo que generó no pocos roces en el radicalismo tucumano. Las diferencias quedaron en evidencia durante el tratamiento de la Ley Bases, cuando los dos diputados que tiene el radicalismo por Tucumán, Campero y Roberto Sánchez, votaron diferente en algunos de los artículos durante el tratamiento de manera particular. Sánchez siguió estrictamente el mandato partidario crítico que bajó Martín Lousteau y entró en la lista de “traidores” publicada por Milei. Campero definió ser más amigable con la Rosada.
¿Qué hay detrás del alineamiento de Jaldo con Milei?
No es la primera vez que sucede algo así. En la interna de Juntos, un grupo quedó parado cerca de Rodríguez Larreta-Morales y otro, de Bullrich-Petri.
El otro actor central en la crisis radical es el gobernador Jaldo. Mientras fue vicegobernador, se dedicó especialmente a tentar radicales, apalancada en el multimillonario presupuesto de la Legislatura provincial. No pocos cayeron en la tentación. Algunos se sumaron a su espacio y otros, ejerciendo una oposición controlada, que ladró mucho pero concretó poco. Una vez que asumió la gobernación, Jaldo integró a varios a su Gabinete como a los ex legisladores provinciales Raúl Albarracín (secretario de Gobierno) y Ricardo Ascárate (secretario de Energía) y al ex agrodiputado Juan Casañas (Instituto Productivo). “Por mucho que les duela reconocerlo, en el partido saben que hay demasiados radicales que se mueren de ganas de ser jaldistas”, afirmó a LPO un destacado dirigente de la UCR.
El resultado es que los supuestos opositores del radicalismo tucumano suelen flotar entre discursos edulcorados sobre el país y la provincia.
La falta de un liderazgo en la UCR tucumana es un problema cíclico. El año 2023 dejó el último experimento fallido: Sánchez. El diputado, presidente del partido, fue la última esperanza radical de la que se tiene registro. Si bien la campaña fue paupérrima y Juntos llegó arañando a la unidad antes de los comicios, las expectativas eran fuertes sobre el ex corredor de rally. De buena imagen, algunas encuestas que mostraban los radicales lo daban ganador en la pelea por la gobernación. Pero los más experimentado advertían que Sánchez no hablaba, no cumplía sus compromisos y parecía no comprender el funcionamiento de la política. El resultado del experimento no pudo ser peor: perdió por más de veinte puntos ante Jaldo. Ahora pretender ir por la reelección en el partido, pero no la tiene fácil.
El máximo promotor de Sánchez fue Campero. El ex intendente de Yerba Buena siempre quiso ir por la gobernación y se prepara para 2027. El respaldo a Sánchez fue analizado como una jugada para bloquear la candidatura del peronista macrista Germán Alfaro, un jugador más potente y experimentado que podía arrastrar a parte del peronismo y hacer del otro lado lo que ahora hace Jaldo.
Como sea, Campero es un jugador más complejo, imprevisible. Dejó en off side a más de un radical: a último momento fue candidato a diputado de Bullrich, en la lista contraria a la de Morales. En su momento respaldó a Sánchez, pero ahora se mantiene distanciado en el Congreso e impulsa a otro ex jefe comunal, Sebastián Salazar, para el radicalismo tucumano. Pidió a la Casa Rosada que lo ponga de jefe de la Anses en Tucumán. Campero trabajó por Milei en la segunda vuelta y mantiene línea directa con el ministro del Interior, Guillermo Francos.
Campero, Sánchez y Salazar fueron el trio de intendentes del Gran San Miguel y el interior que gobernaron dos períodos y actuaron en conjunto todo ese tiempo. Representaron el espacio interno de mayor poder institucional. Sus sucesores actúan ahora también en tándem, pero con menor volumen político. No han logrado ser un factor de poder interno.
Por último, en el radicalismo tucumano, hay dos figuras que este trío siempre quiso jubilar siempre vuelven a resurgir: José Cano y Silvia Elías. El ex candidato a gobernador Cano es un personaje fuerte, de buena relación con Jaldo, pero crítico del Gobierno. Es legislador provincial y muchos afirman que considera que el cargo le queda chico, después de haber sido el radical que más se acercó en votos a la gobernación. Fracasó de manera estrepitosa como responsable del megalómano Plan Belgrano con el que Macri prometía resolver el atraso en infraestructura del norte argentino. Unos carteles desteñidos con promesade obras incumplidas en las afueras de Tucumán es todo lo que queda de su gestión.
Ascárate, funcionario de Jaldo, es del grupo Cano y mira con interés las elecciones del año que viene. Elías, la ex senadora que se peleaba con Cristina Kirchner, también es diputada provincial. Fue de las más votadas de la oposición y cuenta con otro legislador y dos concejales en su espacio. Su poder, sin embargo, está debilitado.
Es que a los radicales les cuesta ponerse de acuerdo para casi todo. Ahora están enfrascados en discutir la fecha de elecciones para elegir el nuevo presidente del partido. Como se sabe, para los radicales las elecciones generales son una molestia inevitable entre dos internas.
Esta nota fue publicada en el portal LaPolíticaOnline. Leer más